Raphael Mechoulam nació en Sofía en 1930 y murió en Jerusalén en 2023, pero en sus 92 años dejó un legado científico que aún se expande. Fue quien aisló y describió por primera vez el cannabidiol (CBD) en 1963 y el tetrahidrocannabinol (THC) en 1964, abriendo la puerta a una farmacología hasta entonces desconocida. Años más tarde, descubrió la anandamida, un endocannabinoide producido naturalmente por el cuerpo humano. Con ello demostró que la relación entre cannabis y salud no era casual: nuestro organismo estaba preparado para interactuar con la planta a través del sistema endocannabinoide.
Su vida fue la de un académico obstinado en abrir caminos donde la ciencia se encontraba con prejuicios. Desde su laboratorio en la Universidad Hebrea de Jerusalén, logró que una planta relegada a la ilegalidad ingresara al corazón de la biomedicina. Ese esfuerzo fue reconocido con premios internacionales y con el título, ganado con justicia, de “padre de la investigación moderna del cannabis”.
Raphael Mechoulam
El descubridor del sistema endocannabinoide
Hasta los años sesenta, el cannabis era un tema marginal en la ciencia. Mechoulam, desde su laboratorio en la Universidad Hebrea de Jerusalén, lo convirtió en un objeto legítimo de investigación. Sus hallazgos permitieron comprender cómo los cannabinoides se enlazan con receptores específicos en el cerebro y el sistema inmune, regulando funciones tan vitales como el dolor, el apetito, la memoria y el estado de ánimo.
De ahí surgieron medicamentos como Epidiolex y Sativex, avalados en varios países, y miles de estudios clínicos que hoy muestran el potencial del cannabis en patologías severas. Ese legado científico no se quedó en Israel: inspiró a legisladores en todo el mundo, incluido Paraguay, que en 2017 aprobó la Ley 6007, regulando el uso medicinal del cannabis y creando el PROINCUMEC como programa oficial.
Un avance regional con matices locales
La influencia de Mechoulam también se percibe en América Latina. Uruguay fue pionero al regular cannabis medicinal y recreativo. Colombia abrió un mercado medicinal exportador. En Brasil, la tenencia para uso personal es tolerada hasta 40 gramos, mientras que en Paraguay la Ley 1340/88, Art. 30 permite hasta 10 gramos con receta médica o para uso personal. La comparación muestra que Paraguay avanza, aunque de manera más conservadora.
El hecho de que exista una ley que obliga al Estado a garantizar el acceso a tratamientos —Artículo 2 de la Ley 6007/17— es un paso fundamental. Aunque hoy todavía los productos farmacéuticos disponibles son limitados, el marco legal ya está sentado. Esto significa que los próximos debates no giran en torno a si el cannabis es medicina, sino a cómo garantizar que llegue a más pacientes y bajo qué modelo de producción.
Un legado que Paraguay puede aprovechar
Raphael Mechoulam publicó más de 450 artículos, recibió premios internacionales y fue reconocido como miembro de la Academia de Ciencias de Israel. Pero su mayor aporte fue demostrar que el cannabis es una herramienta para la medicina del siglo XXI.
En Paraguay, el desafío es transformar el marco legal en acceso real. Con tierras fértiles y costos de producción competitivos, el país tiene condiciones para convertirse en un referente regional, tanto en investigación como en producción. La experiencia de Israel, donde Mechoulam fue pionero, muestra que combinar ciencia, regulación y voluntad política puede abrir un campo de innovación enorme.
El mensaje que deja su obra es claro: el cannabis ya no pertenece al terreno del prejuicio. El descubrimiento del sistema endocannabinoide confirmó que esta planta está conectada a nuestra propia biología. Paraguay dio un primer paso con la Ley 6007, y esa base legal lo coloca en una posición privilegiada para avanzar en investigación, acceso y desarrollo.