Autismo, paracetamol y cannabis: lo que se debate más allá de Trump

El paracetamol, derivado químico del petróleo, está bajo sospecha por vínculos con autismo y TDAH. Más allá del ruido político, la ciencia duda y el cannabis ofrece alivio real a pacientes.

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Medicinal 26/9/25

El paracetamol es uno de los fármacos más consumidos del planeta. Se receta para bajar la fiebre o aliviar dolores leves, pero detrás de su uso masivo se acumulan dudas incómodas: estudios observacionales lo asocian con mayor riesgo de autismo (TEA) y TDAH cuando se utiliza durante el embarazo. En medio de la polémica, Donald Trump agitó el tema afirmando que el paracetamol “causa autismo”, y la OMS salió al cruce, insistiendo en que no hay evidencia concluyente. Más allá de ese choque político, lo que debería importar es que estamos frente a un medicamento cuya seguridad nunca fue tan sólida como se quiso instalar.

La evidencia científica sigue siendo observacional. Investigaciones de universidades como Harvard y Mount Sinai encontraron asociaciones entre consumo prenatal de paracetamol y mayor incidencia de TEA y TDAH en niños. Los mecanismos que se estudian incluyen el estrés oxidativo, la interferencia en el sistema de serotonina y la alteración de la señalización endocannabinoide en el cerebro fetal. Otros estudios, más estrictos, no confirmaron esas asociaciones y sugieren que pueden intervenir factores genéticos y familiares. Sin embargo, el hecho de que la OMS se limite a remarcar la falta de causalidad sin profundizar en los riesgos es una señal preocupante: la institución parece más interesada en desactivar polémicas políticas que en abrir el debate sobre precaución real.


El lado oscuro del paracetamol


Más allá del autismo, el paracetamol tiene un historial de advertencias ignoradas. Es la principal causa de falla hepática aguda en el mundo, incluso dentro de dosis consideradas “seguras”. El uso prolongado desgasta el hígado, y reducir la fiebre de manera artificial no siempre es beneficioso: la fiebre es un mecanismo natural de defensa que ayuda al cuerpo a enfrentar infecciones. Sin embargo, se sigue vendiendo libremente en cualquier farmacia, normalizado como si fuera inocuo.

Este contraste resulta llamativo: un fármaco industrial con efectos adversos conocidos circula sin trabas, mientras que se bloquea el acceso a tratamientos vegetales como el cannabis, que acumulan evidencia concreta en la mejora de la calidad de vida de pacientes.


Qué significa estar en el espectro


El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo, no una enfermedad lineal. Afecta comunicación, interacción social y conductas, con intensidades muy variables. Su origen es multifactorial: la genética tiene un peso alto, pero también influyen factores prenatales como infecciones, diabetes gestacional o exposición a ciertos fármacos. El TDAH, por su parte, impacta en la atención y la conducta, con consecuencias directas en la vida escolar y social. Para ambas condiciones, la búsqueda de alivio atraviesa a miles de familias en el mundo.

 
Cannabis como alternativa para TEA y TDAH

En este escenario, el cannabis medicinal aparece como una opción real para quienes ya viven con TEA o TDAH. Estudios clínicos en Israel mostraron que aceites ricos en CBD mejoran el sueño, reducen la ansiedad y favorecen la sociabilidad en niños con autismo. En Brasil y Estados Unidos, investigaciones documentaron disminución de la irritabilidad y la hiperactividad en pacientes con TDAH que usaron preparados de cannabis. Incluso en casos graves, pequeñas dosis de THC han mostrado eficacia para reducir conductas agresivas o crisis intensas.

La diferencia es clara: mientras el paracetamol sigue bajo sospecha y genera dudas sobre su impacto en el desarrollo neurológico, el cannabis ofrece evidencia concreta de que puede aliviar síntomas y mejorar la calidad de vida de pacientes y familias.

 
Paraguay y la contradicción legal

La Ley 6007/17 obliga al Estado a garantizar acceso a cannabis medicinal. Sin embargo, en la práctica los hospitales públicos lo ofrecen solo en casos de epilepsia refractaria. Ni el TEA ni el TDAH están contemplados, y los familiares se ven obligados a recurrir a aceites no fármacos —los preparados artesanales que circulan en la comunidad— para poder acompañar a sus hijos. La contradicción es evidente: se permite sin trabas el uso de un medicamento sintético con efectos adversos conocidos, mientras se restringe el acceso a una planta que demuestra beneficios tangibles en condiciones que afectan a miles de paraguayos.


Más allá del ruido político

El cruce de declaraciones entre Trump y la OMS convirtió el tema en un espectáculo mediático. Pero lo que importa no es quién gana la discusión pública, sino qué opciones tienen las familias. La ciencia aún discute cuánto incide el paracetamol en el autismo o el TDAH, pero sí sabemos que el cannabis ya ayuda a quienes viven con estas condiciones. Entre un medicamento cuestionado y una planta con resultados comprobados, el debate de fondo debería ir más allá de la política y centrarse en la salud real de las personas.

Fuente: OMS, FDA, Harvard, Mount Sinai, Ley 6007/17