La Sociedad Paraguaya de Psiquiatría convoca a un conversatorio abierto el jueves 18 de septiembre a las 19:00 en el Laboratorio Lasca, Asunción. El evento reunirá a Néstor Girala, Federico González, Manuel Fresco, Yessika Rivera y la abogada Ximena López, con el objetivo de aportar distintas miradas sobre cannabis. El flyer del encuentro utiliza la pregunta “¿Legalización o no?” tal vez como punto de partida para la discusión, aunque en Paraguay el cannabis es legal y el debate ya tiene un recorrido juridico: la Ley 6007/17 regula el uso medicinal a través del PROINCUMEC y el artículo 30 de la Ley 1340/88 contempla la tenencia para uso personal de hasta 10 gramos.
Un marco que requiere ajustes
Hoy en farmacias y otros puntos de venta circulan productos de CBD y de cannabis con menos de 0,5% de THC, que no son psicoactivos y se ofrecen como suplementos o cosméticos. Sin embargo, para los pacientes que requieren concentraciones mayores de THC, el único producto registrado es PRODROM®, un derivado sintético con un costo cercano a G. 2.250.000, inaccesible para la mayoría. En la práctica, el uso medicinal se sostiene gracias a los aceites y preparados artesanales de grado no fármaco, que todavía no cuentan con una reglamentación clara. Por eso, más que centrarse en el dilema de la legalización, el desafío actual es cómo regular esos productos y garantizar un acceso más amplio y seguro para pacientes y usuarios.
Nuevos ejes para el debate
En todo caso, la cuestión de la legalización podría plantearse en el ámbito del comercio del cannabis, hoy limitado a farmacias y solo en grado fármaco. También resulta importante discutir el autocultivo, que permitiría a quienes elaboran preparados artesanales acceder a la planta bajo reglas claras, en paralelo a la industria farmacéutica.
Otro punto necesario es la diferenciación entre usuarios y comerciantes. La legislación ya protege a los primeros, y en países como Brasil incluso se fijan parámetros más amplios —hasta 40 gramos— para distinguir consumo de tráfico. Estos ejemplos muestran que el debate puede enriquecerse si se pone el foco en la regulación y en la protección de derechos.
El encuentro del 18 de septiembre se perfila así como una oportunidad para abrir un diálogo más amplio: no quedarse en el dilema histórico de legalizar o no, sino avanzar hacia una regulación integral que incluya tanto a la industria farmacéutica como a los productores artesanales y a los propios usuarios.